Dr. Enrique Del Valle Iberlucea 1261
(a 10 metros de la Calle-Museo Caminito).
La Boca. (C1160ABM).
Buenos Aires - Argentina.
(5411) 4301-1497
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Horario:
Abierto de lunes a viernes de 11 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 11 a 19 hs.
Esta ingeniosa profesión de trabajar la cera con plasticidad artística, que data del siglo XIX, se ha denominado Ceroplástica.
Las primeras figuras rellenadas con algodón surten en París, cerca del año 1810. Según algunos estudiosos, la actual técnica no surgió sino hasta 1919.
Modelar una escultura en arcilla es el primer requisito para realizar una figura de cera. Del rostro puede obtenerse una mascarilla mediante el procedimiento de verter sobre él una mezcla de silicona y yeso que, una vez solidificada, constituye el molde. En el apretón de barro obtenido de ese molde, el escultor ha de realizar las rectificaciones necesarias para dar a la figura la deseada similitud con su original, aunque esto no siempre es posible. De ahí que muchos escultores prefieran basarse en fotografías y medidas faciales para crear una obra en la que no caben interpretaciones ni fantasías, sino el único objetivo de exactitud.
En las figuras de cera, que en su inmovilidad han de ser idénticas a quienes representan, sus autores han de renunciar a su particular inspiración en pro de la imitación más rigurosa. Tras la escultura, se extiende el yeso líquido sobre cada una de las partes en que se haya dividido la figura de barro, cuidando de fijar unas separaciones con láminas metálicas para, una vez solidificada, poder descomponerla en piezas. Al unirlas entre sí, se vierte dentro de ellas la cera, también líquida por defecto de las altas temperaturas a las que ha sido sometida, y cuando ésta, al enfriarse, adquiere sólida consistencia y la forma que ha tomado del molde, se separa para extraerla. Este procedimiento recibe el nombre de vaciado. Cada parte de la figura de cera así obtenida es objeto de una curiosa manipulación para eliminar asperezas, rebabas y otras imperfecciones. En el busto, aprovechando un orificio que se práctica en la parte posterior de la cabeza, se colocarán los ojos y en su caso, dientes y lengua.
Más adelante, peluqueros y maquilladores insertarán en la cera los elementos capilares naturales precisos como cabello, vello, cejas, pestañas, bigote, barba y darán a la figura mátices y tonos adecuados, sombras, carmines, etc. para lograr el parecido más real posible con la figura representada, teniendo en cuenta además, la iluminación de la sala donde vaya a ser instalada.
Por último, sobre la armadura metálica preparada previamente, se colocan las piezas que, adaptadas entre sí, constituyen la figura, a la que sólo resta vestir y situar en el emplazamiento elegido.
Esculturas: Prof. Domingo I. Tellechea.
Utilería: José María Más.
Vestimenta: Zulema Sanchez.
Selección de Cabello: Leontina Labourdette.
Metalcromías: María A. Schlottman.
Restauración y Conservación: Helena C. Tellechea / Marcelo Juárez.